Yüzeysel viral zorluklar dünyasında, almamız gereken bir

Fantestik lady

Global Mod
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Pocos, poquísimos son los retos virales que generan algo positivo en una audiencia cada vez más vulnerable al espejismo de las redes sociales, estos desafíos resultan cautivadores para los adolescentes (y otros no tan jóvenes) y muchos resultan incluso, altamente peligrosos, sin embargo, en medio de esta maraña cibernética, existe un culto al que todos deberíamos pertenecer y que en sí mismo es un verdadero desafío global: “ The Cult for Less ” (El culto por tener menos).

Todo comenzó como un experimento Esta columna te hará querer vivir con menos Vivimos con un FOMO impuesto y no lo queremos aceptar ¿De verdad necesitas otro teléfono inteligente?
“El culto por vivir con menos” comenzó como un experimento que poco a poco se fue transformando de un movimiento, a toda una ideología que responde a preguntas como: ¿Qué pasaría si viviera con lo mínimo indispensable? ¿Qué pasaría si toda una comunidad y luego una ciudad o un país decidieran “vivir con menos?” ¿Qué es lo que realmente necesito? En dar respuesta a esos cuestionamientos está el verdadero reto mientras vivimos en una era que nos lleva a un consumismo desmedido impulsado por una atmósfera digital, casi asfixiante. Kelly Sutton, una de las primeras en dar a conocer públicamente su estilo de vida minimalista y darle nombre al movimiento, recorre festivales en Europa para concientizar a los asistentes sobre la esclavitud del consumismo, las repercusiones en el entorno derivados del mismo y cómo es posible “vivir con menos” y al mismo tiempo, sentirse en plenitud. Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) la industria de la moda es responsable de alrededor del 20% de la contaminación global del agua, así que antes de que realices esa compra piensa ¿realmente es necesaria? Otro ejemplo, hablemos sobre el desperdicio de alimentos, ya que con información de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) sabemos que aproximadamente de un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial, alrededor de 1.3 mil millones de toneladas se desperdician cada año y esto ocurre mientras que más de 800 millones de personas, sufren hambre. ¿Has escuchado la expresión “Me da FOMO”? A simple vista parecería tan solo una más traída de las redes sociales por la generación Z, pero en realidad tiene un trasfondo que da escalofríos, FOMO significa: The Fear of Missing Out , que se traduce “al miedo a perder algo” y va más allá, porque ese “miedo a perder algo” lo que genera es una tremenda ansiedad, y es aquí donde las estrategias de persuasión desempeñan un tenebroso papel al fomentar el consumo sin control, sí, así como lo lees, no sólo está en tus manos decidir si compras o no. Plataformas que utilizan algoritmos para recomendar productos basados en las preferencias previas de los usuarios generan, por ejemplo, una urgencia y deseo constante de dar clic y comprar, y qué tal el oasis de las redes sociales que crea un espejismo de felicidad interminable y de experiencias que, enseguida de verlas, provocan ansiedad en quien desearía vivirlas también, haciendo un ir y venir de emociones basadas en la validación externa y la presión social. Cuando el gigante de la manzanita lanza un nuevo teléfono inteligente al poco tiempo de haber lanzado el anterior y con un costo que cae en lo excesivo, no solo promociona su nuevo modelo con mejores características sino también, una experiencia de estatus, la empresa sabe que quienes adquieren el nuevo modelo buscan ser percibidos como personas innovadoras, conectadas con la tecnología y exitosas, lo que se amplifica al compartir la compra a través de diferentes redes sociales que generan un embudo de deseo, urgencia, necesidad, ansiedad y… “e-waste”.

El “e-waste” que no ves cuando compras
Si en el cajón de tu buró tienes uno o más teléfonos que han ido quedando en el olvido por haber comprado la última versión, formas parte de los más de 1.500 millones de teléfonos inteligentes que se venden anualmente en todo el mundo y la mala noticia es que el promedio de reciclaje adecuado de los que ya no se utilizan apenas alcanza el 16% , lo que deja al descubierto una enorme cantidad que genera residuos electrónicos que causan severos daños al ambiente y a las personas como contaminación del agua y el suelo, emisión de gases de efecto invernadero y condiciones de miseria y explotación para quienes trabajan recolectando los materiales como el cobalto, que necesita tu móvil (The Global E-Waste Monitor). ¿Podemos cambiar el rumbo? La respuesta es sí, modificando nuestros hábitos de consumo y convirtiéndonos en miembros honorarios del “The Cult for Less” aunque la siguiente pregunta sería: ¿queremos hacerlo? ____ Nota del editor: Fernanda Bermúdez es socia honorífica de Indigenía: proyectos de desarrollo sostenible en el Amazonas y Top Voice de Sostenibilidad en LinkedIn. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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